Si bien no hay duda de que el teletrabajo ha sido una de las novedades que el COVID 19 ha introducido en nuestras vidas, no es menos cierto que esto no ha sido más que un ensayo general de lo que podría llegar a ser esta modalidad de trabajo a distancia, pero a la que le quedan muchas incógnitas y lagunas que resolver para que de manera definitiva se incorpore a nuestra cotidianeidad cuando volvamos a la normalidad. La urgencia de la situación ha hecho que las soluciones adoptadas hayan sido muy dispares; había grandes empresas que ya tenían protocolizado y rodado el teletrabajo y no ha supuesto gran inconveniente, pero otras muchas, las más, han tenido que improvisar y hacer lo que buenamente han podido.
Para que el teletrabajo sea una realidad, el legislador, la empresa y el propio trabajador deben tener claras una serie de cuestiones que a fecha de hoy no están resueltas en buena parte de la legislación, pero tampoco en la gran mayoría de las empresas y en la mente de muchos trabajadores. Vamos a comentar brevemente algunas de ellas:
> Registro horario. Si cuando el año pasado se reguló la obligatoriedad del mismo en el centro de trabajo ya parecía un anacronismo, la posibilidad de que ese registro horario siga siendo preceptivo en el trabajo desde casa, no es sino añadir burocracia inútil a la relación laboral. ¿Cómo se va a controlar que ese registro horario responda a la realidad? Cerrar este debate le corresponde al legislador, que esperemos se percate de que estamos en el siglo XXI
> Las condiciones de seguridad y salud. En particular la evaluación de riesgos del puesto de trabajo. La regulación provisional que se ha hecho en el art. 5 del RD 8/2020 de 17 de marzo en donde se establece que se entenderá cumplida tal obligación con una autoevaluación realizada por el propio trabajador, parece una solución lógica siempre que se le dote al trabajador de un cuestionario y unas instrucciones sencillas para hacerlo. Cuántos debates nos hubiéramos ahorrado en los últimos años si se hubiera autorizado esta autoevaluación. Esperemos que esto que ha nacido como provisional, se convierta en definitivo
> La retribución: Hay determinados pluses y retribución en especie que precisan de regulación para evitar eternas discusiones donde todos llevan su parte de razón. ¿Plus transporte o distancia, sí o no? ¿Dietas o vales de comida? ¿Pluses de asistencia? ¿Plus de vestuario?
> La descripción de tareas del puesto: Me temo que muchas empresas carecen aún de una job description en la que se establezca qué puesto o qué tareas de cada puesto son susceptibles de ser desempeñadas en remoto. Dedicarle un tiempo a hacer esto correctamente, es sentar las bases para que el teletrabajo sea de verdad eficaz y productivo para todos.
>Los equipos y conexiones. ¿Ha de poner siempre la empresa un ordenador portátil y un teléfono móvil? En estas semanas de teletrabajo obligado, han sido muchos los trabajadores que han puesto su propio ordenador o su móvil a disposición de la empresa. No parece que esto sea lo más conveniente y seguro, pero es cierto que aquí la inversión para muchas PYMES sería importante; el gobierno debería empezar a subvencionar de alguna manera esta inversión en tecnología para impulsar el teletrabajo. Y la conexión a internet, por cuenta de quién corre?
> La protección de datos. Tanto del trabajador como de la empresa. ¿Disponen todas las empresas de la protección informática adecuada para que el manejo en casa de datos de clientes, proveedores, trabajadores, de datos comerciales y financieros sensibles, esté a salvo de hackers o virus? ¿Puede el trabajador poner su conexión a disposición de la empresa con la seguridad de que está protegido su derecho a la intimidad?
Quedarían otros temas, que dejo para un próximo post, como la formación de los trabajadores, la productividad y su control, el contacto entre compañeros, las horas extraordinarias, etc.
Queda mucho por hacer aun para que el teletrabajo sea una realidad que pueda sustituir al trabajo presencial, pero el camino se hace andando y elaborar un buen protocolo para el trabajo en casa es algo en lo que muchas empresas deberían empezar a trabajar.
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